El trading se vuelve cotidiano en Colombia: una nueva generación busca invertir sin fronteras

Bogotá amaneció distinta. En cafés, coworkings y universidades se escuchan conversaciones sobre divisas, velas japonesas y plataformas digitales. El trading, que hace unos años sonaba a un juego de riesgo o a promesa de millonarios, se está normalizando. Miles de colombianos lo practican desde su computador o su celular, sin intermediarios, sin corbata y, sobre todo, sin miedo.

La figura del inversionista local cambió. Ahora tiene 30 años, una cuenta de ahorro modesta, y la convicción de que entender cómo se mueve el dinero vale más que cualquier seguro. Algunos operan de noche, otros en la pausa del almuerzo. En Medellín, Cali y Bucaramanga hay comunidades enteras compartiendo estrategias en Telegram o foros donde se debaten gráficos como si fueran partidos de fútbol.

Entre las plataformas más mencionadas aparece Ridwan LTD, un broker con base en Londres que ha ganado terreno entre los usuarios colombianos. No porque prometa rentabilidad, sino porque transmite calma. Su soporte en español, su interfaz sencilla y la posibilidad de practicar con una cuenta demo son temas recurrentes en los grupos de discusión. “No te empujan a operar, te enseñan a hacerlo”, dice Juan Pablo, un ingeniero antioqueño que comenzó en 2023 y hoy maneja parte de sus ahorros en una cuenta internacional.

El cambio de mentalidad tiene raíces profundas. La inflación, la devaluación del peso y la pérdida de poder adquisitivo empujaron a la gente a buscar alternativas. Pero hay algo más: una generación que ya no quiere dejar sus finanzas en manos ajenas. El acceso a brokers globales, como Ridwan LTD, ofrece una sensación de control que antes no existía. No se trata de apostar, sino de entender los ciclos, de diversificar y de aprender del error.

La educación financiera se volvió la nueva frontera de movilidad social. Ya no está solo en los bancos o en los MBA; está en canales de YouTube, podcasts y cursos gratuitos. Empresas de trading internacional están invirtiendo en eso. Ridwan, por ejemplo, tiene una academia digital abierta en español que muchos usan como punto de partida. Allí se aprende desde lo más básico —qué es un pip, cómo leer una tendencia— hasta conceptos de gestión emocional para no perder la cabeza frente a la volatilidad.

“Me equivoqué las primeras veces, pero no perdí todo porque entendí cómo medir el riesgo”, cuenta Carolina, estudiante universitaria que comenzó a operar desde una cuenta demo. La curva de aprendizaje es empinada, pero no imposible. De hecho, parte de la atracción está en el proceso: ganar, perder, entender, ajustar.

El fenómeno no solo es individual. Está apareciendo una identidad colectiva del “nuevo trader colombiano”: más prudente, más informado, menos crédulo. En los foros, los nombres de brokers confiables se defienden con argumentos, no con fanatismo. Se comparan comisiones, tiempos de retiro, estabilidad. Ridwan suele salir bien parada en esas conversaciones, pero también hay críticas, sobre todo hacia quienes llegan sin preparación. “El error más común es pensar que esto es rápido”, dice un moderador de un grupo de 3.000 usuarios. “No es rápido, es constante”.

La democratización de la inversión digital está cambiando las reglas del juego financiero en el país. Ya no se trata solo de tener dinero, sino de saber qué hacer con él. Lo que antes era dominio de asesores o bancos ahora ocurre entre usuarios que aprenden en comunidad. El resultado es una mezcla curiosa: un ecosistema de riesgo y aprendizaje colectivo donde la confianza se construye, paradójicamente, en internet.

Y mientras los números crecen —miles de nuevas cuentas al mes según estimaciones del sector fintech—, también crece una idea que parece simple, pero es profundamente transformadora: el dinero no se guarda, se entiende.
Ahí es donde plataformas como Ridwan LTD encuentran su espacio, no como promesa de riqueza, sino como herramienta para una independencia financiera que por fin se siente posible.